Propia de la región mediterránea, vive por casi toda la península ibérica. Es una planta anual de entre 20 a 50 cm de altura, de tallos erectos y ramificados algo vellosos.

Las flores de la Anacyclus clavatus son muy llamativas y se asemejan a las margaritas. Se agrupan en capítulos terminales con lígulas blancas y flósculos centrales amarillos. Los aquenios son alados o no alados, sin vilano, con alas membranosas poco divergentes. La floración se produce entre marzo y junio, según la altitud y el clima. Los capítulos se abren al sol y se cierran por la noche o en días nublados. Un rasgo curioso es que las lígulas se doblan hacia abajo hasta tocar el pedúnculo antes de abrirse completamente.

La Anacyclus clavatus es una planta que crece de forma silvestre en suelos degradados, prados xerófilos, bordes de caminos, bermas e incultos, preferentemente en suelos arcillosos. Se distribuye por casi toda la península ibérica y algunas zonas del norte de África. Es una especie estenomediterránea, es decir, que tiene una distribución restringida al área mediterránea. Se puede encontrar desde el nivel del mar hasta los 1000 m de altitud.

La Anacyclus clavatus tiene varios usos medicinales y culinarios. Se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, antiespasmódicas, digestivas, carminativas y vulnerarias. Se utiliza para tratar problemas gastrointestinales, cólicos, flatulencias, diarreas, úlceras, gastritis y parásitos intestinales. También se emplea para aliviar dolores reumáticos, musculares, menstruales y de cabeza. Además, se usa para cicatrizar heridas, quemaduras, llagas y eczemas. Para aprovechar sus beneficios se puede preparar una infusión con las flores secas o frescas, o aplicar un emplasto con las hojas machacadas.

Sus hojas jóvenes se pueden añadir a ensaladas, sopas o guisos, aportando un sabor amargo y picante. Sus flores se pueden usar como adorno o como ingrediente de ensaladas de frutas o macedonias. Sus raíces se pueden comer crudas o cocidas, o tostarlas para hacer una bebida similar al café.